Llamas de Cabrera (León): Minería subterránea

La mina de Llamas de Cabrera, en León, es un destacado ejemplo de minería romana subterránea, de la que existe poca información en la actualidad, y que ha sido encontrado tal y como se abandonó, pues no se ha continuado la explotación desde época romana.

 El yacimiento se encuentra en Valle Airoso, en la Sierra del Teleno, cuyas cumbres rondan los 2000 m de altitud.

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Llamas de Cabrera. Fuente – http://leonoticias.com

Se trata de un un yacimiento aurífero de tipo primario. Esta zona cuenta con filones de oro encajados en su mayoría en cuarcitas y pizarras, pero la explotación no fue solo subterránea, sino que se combió con trabajos en la superficie, llegando a explotar un área de más de 3’5 km².

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Canal de Llamas de Cabrera- Fuente: http://traianvs.net

Los trabajos de explotación se iniciaron con la construcción de una red hidráulica de abastecimiento en la que se incluyeron varios depósitos de agua y 6 canales que recorren una distancia de 26 km. Se construyeron muros de contención en mampostería en algunos tramos del trazado de los canales para evitar que se desbordasen, aunque la perfección técnica de los canales romanos, que mantenían una anchura y pendiente constantes, hacía la mayor parte del trabajo facilitando que el caudal fuese estable.

La explotación subterránea se trataba de un trabajo duro y prolongado, ya que la extracción de oro se realizó mayoritariamente combinando fuego y agua para provocar la fractura del cuarzo, y a medida que se avanzaba se iban construyendo pozos, galerías, bajadas y tajos.

Se comenzaba desde el afloramiento de un filón en superficie, que se iba siguiendo en profundidad aprovechando las vetas más ricas, descendiendo rápidamente con pendientes de hasta 45º. Se construyeron galerías transversales que comunicaban los frentes de explotación con el exterior, permitiendo la salida de agua y la extracción del mineral. Las galerías tienen una sección de 1m x 1’7m, y cuentan con lucernarios a aproximadamente 1-1’3 m del suelo.

Vídeo: Mina de Llamas de Cabrera

A pesar de tratarse de un ejemplo único de minería subterránea, no se aplicó ningún tipo de protección patrimonial a este yacimiento, no fue declarado Bien de Interés Cultural y tampoco contó con ningún reconocimiento por parte de la Junta de Castilla y León, por lo que los únicos trabajos de desbroce y limpieza realizados en los alrededores fueron llevados a cabo por aficionados a la historia o a la minería. La mina sufrió un derrumbe en 2011 que bloqueó su entrada.

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Minas de Aljustrel (Portugal)

 Ubicadas en el Cinturón de Pirita Ibérica, que abarca desde la Sierra de la Calavera (Grândola) hasta Huelva (suroeste de España), las minas de Aljustrel representan uno de los principales complejos mineros portugueses.

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Ubicación Aljustrel. Fuente: http://www.sec.gov

Aljustrel es uno de los yacimientos de cobre y plata más importantes de explotación antigua. El enclave minero, en funcionamiento con anterioridad a la llegada de Roma,  ha permanecido activo hasta la actualidad, convirtiéndose en una ventana importante a la que asomarse para observar la evolución de la relación del ser humano con los recursos mineros (De la Hoz,2011 :144).

La explotación de los metales en Algares tuvo su inicio a finales del III milenio a.C., visiblemente demostrada a través de los restos arqueológicos encontrados en la colina de Ntra. Sra. Do Castello (Dos Santos, 2008), aunque tuvo una clara continuidad  hasta el siglo I, momento en el que se percibe la ocupación romana de una zona cercana al yacimiento minero de Algares,  lo que en un futuro será el asentamiento de Vipasca.

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Mina de Algares. Fuente: Empresa de Desenvolvimiento Mineiro, S.A.
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Vipasca II. Fuente: Museu Nacional de Arqueologia (Portugal)

Las minas  estuvieron en manos del fisco romano durante los siglos I-IV d.C. No obstante, el momento de mayor intensificación de la labor minera fue sin duda bajo el gobierno del emperador Adriano, como así lo demuestran la acumulación de escorias cercana a la mina (Pérez Macías et al, 2008) y los restos arqueológicos encontrados, entre los que destaca como ya mencionamos anteriormente las Tablas de Vipasca, dos fragmentos de bronce en los que se recogen las normas que organizan el distrito minero tanto desde el punto de vista técnico  y administrativo como económico.

Finalmente,  tras sufrir algunas fluctuaciones en la producción,  el lugar fue finalmente abandonado en el siglo IV, coincidiendo con la crisis final del Imperio.

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Mina de Algares (Aljustrel, Portugal). Fuente: Empresa de Desenvolvimiento Mineiro, S.A.

Como parte de la Ruta de la Faixa Piritosa Ibérica, el Laboratorio Nacional de Energía y Geología (LNEG) de Portugal se han difundido varios modelos de panfletos en los que se explican brevemente los yacimientos mineros que la componen, así como una reseña sobre su historia, principales estructuras y horarios de apertura. El correspondiente a Aljustrel muestra un mapa temático en el que se muestran tanto los aspectos geológicos de la zona como las minas y sus principales infraestructuras asociadas alrededor del núcleo urbano de Aljustrel.

El patrimonio mueble, tanto el procedente de la arqueología clásica como el de la industrial,  se encuentra expuesto ya sea en el Museo Municipal de Arqueología o bien a lo largo del Parque Minero.

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Detalle del folleto del Parque Minero

Itziar Sánchez Romero

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Parque Arqueológico de Las Médulas (León)

El Parque Arqueológico de Las Médulas se encuentra al NO de León y el interés de las misma radica en su doble personalidad, geológica y arqueológica (Martín Escorza, 2006:5). En 1997, fue declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y, en 2002, Monumento Natural.

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Fig. 1: Esquema geológico de la Cuenca de El Bierzo. Fuente: Martín Escorza, 2006: 4

Desde el punto de vista geológico, este área se encuentra en el extremo sur occidental de la cuenca de El Bierzo, rellena durante el Cenozoico con depósitos continentales, así como los llamados «sedimentos rojos» que encierran en su interior «pajuelas de oro». Dichas «pajuelas de oro» han sido buscadas por medio de bateo del mineral, aisladas del sedimento y extraidas, tanto en época romana como prerromana.

En época romana estas minas fueron profusamente explotadas, por el alto interés que tenían los romanos en minerales como el oro, la plata, etc., lo cual dio renombre a la provincia de Hispania como uno de los lugares más ricos en minerales y metales.

A lo largo de más de una década, esta zona arqueológica ha sido estudiada por el equipo de investigación liderado por F. Javier Sánchez-Palencia, y configurado por Mº Dolores Fernández- Posse, Julio Fernández Manzano, Almudena Orejas, Luis Carlos Pérez e Inés Sastre, en pos de la valoración de Las Médulas como Paisaje Cultural (Sánchez-Palencia, et al. 2002: 195), tras su reconocimiento como Bien de Interés Cultural, gracias a las estructuras visibles conservadas de lo que fue la mina de oro romana.

Su reconocimiento como BIC incluye mucho más que la propia mina: el paisaje y territorio circundante conforma una auténtica unidad geomorfológica e histórica (Sánchez-Palencia, et al. 2002: 199), debido a que se trata de un testimonio único de la intervención humana, ligado a posteriores procesos naturales, que se enmarca en un proceso histórico concreto. Es por ello que configura parte del legado inmaterial que aportó el mundo romano (González Pérez , 2011: 13).

En relación a ello podemos destacar el catálogo de bienes que incluye tanto los elementos de interés tanto natural como cultural que constituyen este parque arqueológico:

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Fig. 2: Elementos de interés de las Médulas. Fuente: Sánchez- Palencia, 2002:204
  • Elementos de interés cultural. La mina de oro con sus diferentes sectores de explotación
  • La red hidráulica, de la que ya hemos hablado en Infraestructura hidráulica
  • Castros, poblados mineros y otros asentamientos, entre los que destacan: el Castrellín de S. Juan de Paluezas, el castro de Borrenes y el asentamiento metalúrgico de Orellán
  • Conjuntos urbanos y arquitectura popular como el despoblado de La Balouta, el núcleo de Voces y el de las Médulas
  • La red de espacios naturales de Castilla y León entre la que se incluye el monumento natural de las Médulas y la zona húmeda de interés especial del Lago de Carucedo.

Como resultado del proyecto de la conversión de la Zona Arqueológica de las Médulas en Parque Arqueológico, se llevaron a cabo una serie de medidas que actualmente permiten un mejor conocimiento del mismo, así como acercar al público el mundo romano desde el punto de vista de la explotación minera:

  • Itinerarios y puntos de información del Parque: en el estudio de viabilidad se contemplaban un total de 12 itinerarios vertebrados en 31 puntos de información. En la actualidad contamos con las siguientes rutas:

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    Fig. 3: Rutas posibles de la zona arqueológica de Las Médulas
  • Centro de información o aula arqueológica: de carácter informativo y complementario de la visita sobre el terreno. Se presenta un edificio localizado en el pueblo de Las Médulas, constituido por dos plantas de 100 metros cuadrados cada una, en las que se presentan varias temáticas: el paisaje cultural de Las Médulas dentro del contexto histórico a base de mapas y dibujos reconstructivos, y los instrumentos mineros y cómo se utilizaban dentro de las fases del sistema de explotación, así como un audiovisual relacionado.
  • Guía arqueológica: de carácter divulgativo y didáctico, editada por la Junta de Castilla y León. Presenta una estructura idéntica a la que presentan los itinerarios, de tal manera resulte fácil su utilización por parte de los visitantes. El objetivo es que es que los lectores consigan una visión resumida y gráfica, ampliable en la medida de sus intereses con respecto  al texto general. Asimismo,  también se ha realizado una guía didáctica de la exposición
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Fig 4: Guía didáctica de la exposición

Esther Navajo Samaniego

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La minería romana en el contexto comercial III: productores y manufacturas

Roma comenzó a tomar el control de los yacimientos mineros que se encontraban en explotación en el momento en que empezó a controlar y organizar políticamente el territorio hispano y a sus comunidades indígenas, pues se trataba de una de las principales fuentes de ingresos. Como ya hemos hablado en el bloque anterior sobre la gestión, muchas veces el control de las minas quedaba en mano de particulares que las alquilaban o explotaban con ayuda de esclavos; pero las minas de oro y plata, por su mayor valor intrínseco tendían a ser  de control exclusivo del emperador.

En esta entrada trataremos sobre el trabajo del mineral una vez extraído y procesado para su transformación en metal, centrándonos en las profesiones y trabajadores del metal en la Hispania romana y las manufacturas que estos realizaban.

Una de las principales fuentes para conocer los oficios relacionados con el trabajo del metal son las inscripciones epigráficas, especialmente las de tipo funerario. Se han atestiguado once oficios hasta el momento (Alonso, 2007: 530): aerarius, argentarius, aurifex, brattiarius, caelator anaglyptarius, clavarius, confector aeris, inaurator, plumbarius, scaurarius y flator. 

  • Aerarius: artesano del metal, generalmente con este nombre se designaba a aquellos que trabajaban cobre o bronce.
  • Argentarius: se trata de una designación algo más controvertida, pues aparece empleada para referirse a los oficios relacionados con banca o cambio de moneda, pero también se usa para orfebres y especialistas del trabajo de la plata.
  • Aurifex: o aurifices, los encargados de trabajar el oro.
  • Brattiarius: el término hace referencia a la brattea, una lámina de metal, generalmente de oro, usada en orfebrería y trabajos específicos. Este personaje era el encargado de elaborar dichas láminas finas a partir del metal para la posterior elaboración del objeto.
  • Caelator anaglyptarius: Era un especialista en el repujado del metal para la elaboración de relieves. El término caelator hace referencia al caelum, una especie de cincel empleado en este oficio.
  • Clavarius: término que hace referencia a clavus, es decir, el encargado de la elaboración de clavos en metal.
  • Confector aeris: este oficio aún se encuentra bajo bastante controversia, pero es probable que se tratase del encargado del procesamiento del mineral para su conversión en metal.
  • Inaurator: Era el encargado de llevar a cabo la doradura de las láminas o brattea.
  • Plumbarius: encargado de la elaboración de las fistulae plumbeae, cañerías de plomo que distribuían el agua dentro de las ciudades.
  • Scaurarius: el término guarda relación con scaura, es decir, escoria: serían trabajadores encargados de depurar y reaprovechar las escorias.
  • Flator: encargados de la fundición de plata y cobre.

Durante el Bajo Imperio, en Hispania la industria de forja de metal creció abundantemente, lo cual está atestiguado por los numerosos bronces aparecidos en la Península datados en estos momentos (Blázquez, 1978).

La cantidad de materiales generados en minería, como es comprensible, no puede tratarse en una entrada, pues se trata de un registro muy amplio, así que nos limitaremos a poner algunos ejemplos:

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Fuente: Blázquez, 1978
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Broches de cinturón. Fuente: Blázquez, 1978.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pujavantes romanos. Fuente: Blázquez, 1978.
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Ruedas caladas y pujavantes. Blázwuez, 1978.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Monedas. Fuente: http://numismaticabaiget.net
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Joyería: Fuente- Museo de Mérida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La minería romana en el contexto comercial II: rutas marítimas

La trascendencia que tuvo la explotación de los recursos mineros hispanos se contagió por todo el Mediterráneo a través del comercio de los metales. Aunque ya hemos comprobado que las rutas comerciales terrestres estaban bastante desarrolladas y eran más prácticas, ya que podían abastecer aquellos núcleos que carecían de acceso fluvial o marítimo, fueron las que transcurrían por mares y ríos las que tuvieron mayor relevancia, probablemente  por su ahorro en tiempo y costes (Matias Rodríguez, 2004: 160) .

El objetivo del programa político de Augusto de garantizar el estado de paz  y prosperidad económica en el Imperio se tradujo en una fácil y buena comunicación dentro de este, bien por la vía terrestre a través de calzadas o bien por la marítima, regularizando una flota y estableciendo medidas de protección en las rutas comerciales (Blázquez, 1968:32).

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Rutas comerciales. Fuente: http://www.tarraconensis.com/rutas/viascomercio.html

 

Gracias a las fuentes escritas y arqueológicas, conocemos  algunas de las principales rutas comerciales y su duración aproximada: Pozzuoli-Alejandría (9 días), Narbona-Alejandría, (20 días) Ostia-Narbona (3 días), Alejandría-Marsella (30 días), Gades-Ostia (7 días) Hispania Citerior-Ostia (4 días).

Como consecuencia de todo ello se construyeron las infraestructuras necesarias para facilitar la navegación y  el transporte de las mercancías como muelles, faros y puertos,  percibiendo estos un significativo beneficio, proporcional a la prosperidad del comercio marítimo romano, además de contar con la presencia de navicularii, transportistas, y negotiatores, mercaderes encargados del tráfico de las mercancías. En la Península cabe destacar  los puertos fluviales de Castulo, Corduba e Hispalis y los costeros de Gades y Cartago Nova.Cada uno de ellos con las infraestructuras correspondientes necesarias para la fluidez de la carga y descarga de las mercancías y su posterior comercio, así como algunos edificios dedicados al culto de los marineros (García Romero, 2002: 753).

 

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Reconstrucción del muelle de Oiasso (Irún). Fuente: Urteaga, 2008: 41

Centrándonos en el área geográfica de Hispania,  la navegabilidad de un número nada despreciable de ríos (Iberus, Baetis, Anas, Calligius, Tagus, Durius, Limia, Minius)  favoreció  extraordinariamente el comercio, como así lo reflejan las fuentes clásicas. Estrabón, uno de los autores de referencia más importantes de nuestra bibliografía,  expone en  su obra  la distancia navegable de cada río peninsular, así como el itinerario fluvial a seguir para llegar a las principales ciudades o el tipo de embarcación recomendable para la empresa (Blázquez, 1968: 32-33). Entre los diferentes tipos de navíos podemos hacer una distinción a  nivel general entre los destinados a alta mar y a río: mientras que los primeros son de gran tonelaje (naves onerariae), capaces de transportar mercancías y personas a través del Mare Nostrum; los segundos son de tonelaje medio, una eslora de 20 m y carecen de mástil o velamen (scaphae   o lintres).(García Romero, 2002: 752)

<<Para llegar a Kordyba es preciso usar ya de barcas de ribera, hoy hechas de piezas ensambladas, pero que los antiguos construían de un sólo tronco >>

(Estrabón,III, 2,3; García Romero, 2002: 752-753)

 

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Embarcación fluvial

Los lingotes eran apilados y fijados con largos clavos de sección cuadrada para evitar su movimiento una vez se inicie la travesía.

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Mosaico con la representación de la carga de lingotes. Fuente: Museo del Bardo (Túnez)

Asimismo, en los escritos de Estrabón también se hace mención a la navegación de estuarios, como los de Hasta y Nabrissa, cuya navegación ha sido corroborada por los restos arqueológicos de barcos encontrados en las proximidades de la primera.

La intensa explotación  y consiguiente comercio con Hispania queda testimoniada por la Arqueología, destacando fundamentalmente los yacimientos subacuáticos del litoral mediterráneo como la zona adyacente a Mazarrón y Cartago Nova (Ramallo, 2006) y cantábrico como el de Oiasso (Urteaga, 2008). El estudio realizado por Pascual Guash sobre las exportaciones de la Bética según los pecios documentados en las costas demostraba  que  los metales (plomo, cobre o estaño) eran menos frecuentes en las cargas hacia Roma de lo que lo eran el vino, el aceite o las salazones.

Itziar Sánchez Romero

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La minería romana en el contexto comercial I: las vías terrestres de comunicación

A lo largo del desarrollo de este blog, nos hemos centrado en la minería romana, pero desde el punto de vista del interior de la mina o sus alrededores: proceso de producción, iluminación, ventilación, sistemas de drenaje, transporte, infraestructuras hidráulicas, los poblados asociados, los propios mineros etc. Por ello, en este séptimo bloque temático nuestra intención es estudiar la proyección de la minería romana más allá del contexto minero y de producción:  el contexto comercial.

LA RED VIARIA

Las vías romanas constituyeron grandes obras de ingeniería pública en el mundo romano, que se ajustaron en un principio a necesidades militares y comerciales (Escudero, 2002: 145). El rol militar destaca por estar relacionado con la conquista y pacificación del territorio, tras la cual  las vías contribuyeron a la romanización  e influyeron con su trazado a la delimitación del territorio y la realización de las centuriaciones; esto último no deja de ser una forma de administración aprovechada por el Estado como técnica en pos a realizar las obras mineras pertinentes. Por otra parte, el rol comercial se relaciona con los intercambios comerciales, entre los que destacan los minerales extraídos de las minas, y la orfebrería y metalistería; pero también destacan por ser vehículo difusor de ideas políticas, religiosas y artísticas.

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Fig. 1: Mapa de las calzadas romanas. Fuente: http://www.almacendeclasicas.blogspot.com.es

 

El estudio de este tipo de infraestructura se ha realizado tanto por fuentes literarias de la mano de autores como Plutarco, Tito Livio , César, Estrabón, Ptolomeo, así como por medio de los registros arqueológicos. Entre las primeras destacan el Itinerario de Antonino,  el Anónimo de Rávena y algunos capítulos de las obras de Tito Livio, Plutarco y César, así como la Geografía de Estrabón y la de Ptolomeo (Guiral Peregrín et al, 2008: 403). Entre las segundas, destacan las vías romanas conservadas actualmente, así como las fuentes epigráficas de los miliarios y los Vasos de Vicarello 

En relación a las explotaciones mineras, las calzadas constituyeron elementos dinamizadores de la actividad minero-metalúrgica, sobre todo en lo referente al transporte de materiales, como bien se mencionó en entradas anteriores. En este contexto era tan esencial la preparación de las labores mineras, como de los trazados de vías o conducciones de agua (Sánchez- Palencia et al, 2006: 277), siento esencial en el trabajo minero

REGISTRO ARQUEOLÓGICO

La más antigua de las vías romanas, la Herculea o Augusta, llegaba desde el Pirineo a Cartagena para proseguir hasta Cádiz por la costa y hasta Sevilla por el interior a través del rico distrito minero de Cástulo. (Escudero, 2002: 145)

Otro ejemplo estudiado es la relación existente entre las calzadas romanas y las minas en el territorio desde Bélmez a Villaviciosa en el término Guadiato-Sierra de los Santos, en la provincia de Córdoba. (Daza Sánchez, 1998)

Las minas de Guadiato presentan una explotación en minerales como el cobre, oro, hierro, silíceo, plomo, zinc… ya desde época prerromana. Una de las características de las calzadas del entorno es que presentaban castillos o fortificaciones en altura con una pequeña guarnición, que servían para la recepción y transmisión de señales, así como para la defensa, dominio y control de las vías de salida del metal (Daza Sánchez, 1998: 239). Ejemplo de estos castillo son: castillo de la Cantina, de Mano de Hierrro, de la Estrella…

Se diferencian dos tipos de calzadas en la zona:

  • Las calzadas de casi 6 metros de anchura eran rectas, sin fuertes pendientes y con visualización continua de los castillos; de un firme máximo de un metro, cuya sección básica se conformaba por una capa de cimiento de piedras, una capa base de grava y lascas de machaqueo, y una capa de rodadura con piedras de enlosado, trabadas con ligante de cal con arena silíceas. En su construcción cuidaban el drenaje y las cunetas.
  • Las sendas mineras para el transporte de metales buscaban la mínima distancia y sorteaban zonas de suelo blando; su anchura mínima era de 3 metros y presentaban fuertes pendientes. Asimismo, solían estar excavadas en roca en gran parte y cuando no era necesario carecían de la capa de firme.
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Fig 2. Tipos de calzadas en la zona de estudio Guadiato- Sierra de los Santos. Fuente: Daza Sánchez, 1998: 246

Asimismo, cobra gran relevancia la red viaria en torno al distrito minero de Oiasso, localizado en el casco de Irún (Guipuzkoa), y en el extremo de la vía que unía el Atlántico con el Mediterráneo, cruzando el valle del Ebro hasta Tarraco. Es la confluencia de puerto, distrito minero y nudo de comunicaciones terrestre lo que le da gran relevancia en el contexto comercial.

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Fig 3. Estructuras de madera en el cauce de Bidasoa. Fuente: Urteada, 2008: 5

Las condiciones naturales que rodean el emplazamiento hacen de este núcleo un paso privilegiado en las rutas de la fachada atlántica europea (Urteaga,2008: 3). Oiasso era el punto final de las vías que venías de Tarraco y de Brigantium, además de ser enlace con la ruta de la Meseta. A estas referencias hay que sumar las evidencias arqueológicas sobre otra vía que parece enlazar con las rutas de Aquitania y la Galia. Las evidencias arqueológicas hacen referencia a dos cimentaciones de estructuras de madera descubiertas en el cauce de Bidasoa, a ambas orillas del canal que separa las islas de Hiru Kanale y Galera.

Esther Navajo Samaniego

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Gestión del agua en la minería de oro

Como ya hemos mencionado en otras entradas, el agua fue un recurso fundamental en los trabajos de explotación minera, especialmente en las minas de oro que se distribuyen por el noroeste de la península ibérica, pues era el elemento clave para el método de arrugia ruina montium. En esta entrada, nos centraremos en la gestión y administración requerida para llevar el agua a las minas.

Como cabría esperar tratándose de un recurso tan fundamental, el abastecimiento de agua para la minería en territorios de las provincias que aún se encontraban en una fase inicial de la romanización o en las zonas en las que existían grupos preestablecidos más organizados, supuso una dificultad. Muchas veces los indígenas no estaban dispuestos a compartir su agua, y existen informes que documentan que en ocasiones provocaban daños a los acueductos que pasaban por sus terrenos, o se producían disputas relacionadas con la propiedad y explotación de las tierras cruzadas por los acueductos.

En su mayoría, las minas de oro y las estructuras relacionadas, como dichos acueductos, eran res fiscales, bienes del emperador.

Desde el momento de la instauración del Principado con Augusto, hubo algunos cambios, entre ellos en la tenencia del patrimonio del imperio. Los emperadores comenzaron a apropiarse de algunas rentas, como la tributación o las minas, que hasta entonces habían pertenecido al populus, y pasaron al fiscus, una especie de “caja”,

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Canal de Llamas de Cabrera – Fuente: wikipedia

controlada por el emperador. (Sastre, 2002: 219). El ager publicus también pasó al fisco, lo cual es destacable, pues “los bienes que están in fisci patrimonio, es decir, pertenecen al patrimonio del fisco, están excluidos del uso público” (Capogrossi, 1976; en Sastre, I.(2002) ).

Los canales, como hemos dicho, también eran res fiscales, y su uso sería exclusivo para la mina, como defiende el equipo de Sánchez-Palencia a la luz de algunos trabajos de limpieza en tramos de canales (Sánchez-Palencia, 2000: 200) que han revelado que la corriente de agua no sería demasiado caudalosa, con entre 5 y 10 cm de grosor.

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Fuente: http://turismodelbierzo.es

Además, también pertenecía al imperio la tierra que atravesaba dicho canal o acueducto, por lo que cuando pasaba por propiedades privadas muchas veces se generaban conflictos: era necesario que se dejasen unos metros entre el acueducto y los cultivos para delimitarlo y evitar su deterioro, lo que a veces no agradaba al propietario.

Debido a la importancia del abastecimiento de agua, era necesario un mantenimiento y supervisión de los canales, al igual que de la red viaria que comunicase la explotación minera. El estado, por lo menos inicialmente, contrataba a redemptores para el mantenimiento, que a su vez se ayudaban de esclavos que realizasen los trabajos necesarios tanto en la ciudad como fuera de ella. Más tarde se crearon dos grupos de esclavos que pertenecían al estado y que se encargaban exclusivamente de este tipo de labores (Sastre, 2001). En la vigilancia se involucrarían también las comunidades locales, lo cual se ha constatado arqueológicamente en el Noroeste de la península por la aparición de asentamientos que siguen el trazado de los canales, como por ejemplo en la zona de Cabrera, donde se encuentran numerosos canales romanos que fueron empleados en los trabajos mineros realizados en Las Médulas.

Rosario Guerra

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Bronces de Aljustrel

Como hemos ido observando a lo largo de las entradas de Fabrica Vulcani, la minería supuso una fuente de ingresos muy importante para los romanos, por lo que no es descabellado que se regulara mediante el derecho su explotación.

En primer lugar, recordando algunos detalles comentados por Esther,  hay que puntualizar que dentro de las minas había una distinción entre públicas y privadas (Zamora, 2011:2). En segundo, aunque generalmente se atribuye al propietario y/o usufructuario del suelo el derecho de explotar todos los recursos geológicos que se encuentren en el fundus o terreno (Zamora, 2011: 2), aquel puede permitir que un segundo lo haga.

Parte de estas leyes destinadas a regular las explotaciones mineras han llegado hasta nosotros arqueológicamente, como  por ejemplo los dos fragmentos de bronce hallados a finales del XIX y principios del XX en las minas de cobre y plata de Los Algares (Aljustrel, Portugal): los bronces de Vipasca I y II.

La lex territorio metalli Vipascensis se trata de una lex locationis, es decir, un conjunto de normas que  fijan los derechos de los arrendatarios de los servicios públicos del territorio minero.

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Tabla de Aljustrel. Fuente: UNAV.

Vipasca I, datado en época de Adriano, contiene nueve capítulos en los que se modera el régimen de arrendamiento de los distintos servicios públicos del territorio minero (termas, zapatería, barbería, tintorería) y de las propias minas (Vergara, 1992:147-155).

  • Por su parte, Vipasca II, encontrado tres décadas después, conserva diecinueve capítulos. Estos contienen unas normas generales para la explotación minera (lex metalis dicta), ya no solo jurídicas, sino también disposiciones técnicas relacionadas con la explotación de los yacimientos. Según algunos autores, esta pieza formaría parte de una correspondencia epistolar dirigida al procurator metallorum de Vipasca  para comunicarle  nuevas incorporaciones al cuerpo legislativo (Resina, 2011: 85).

 

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Vipasca II. Fuente: Museu Nacional de Arqueologia  (Portugal)

No obstante, aunque no hay ninguna certeza de relación entre los dos fragmentos, el contenido de ambas parece complementarse.

Itziar Sánchez Romero

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Ámbito jurídico y administrativo de las minas romanas de la Península Ibérica

El sexto bloque de este blog lo dedicaremos a la administración y legislación de las minas romanas en su contexto histórico-arqueológico, muy en relación, a su vez, con la gestión del propio territorio.

Para su estudio, las fuentes por excelencia que se han conservado son de carácter escrito, incluyendo textos de autores clásicos como Estrabón, Plinio el Viejo… así como de carácter arqueológico, de la mano de la epigrafía. En este último caso destacamos las Tablas de Vispasa, que abordaremos posteriormente dentro de este bloque temático, y el Edicto de el Bierzo de Augusto

ÁMBITO JURÍDICO

Antes de nada es preciso decir, en relación con el régimen de gestión, que los romanos no tenían una tradición minera concreta, por lo que su legislación no trató de forma específica la minería (García Romero, 2002: 429), además de que el régimen minero no entraba en el ámbito del derecho civil, dado su carácter administrativo. No obstante, es el derecho penal el que interviene a efectos de condena a trabajos forzados en las minas, como se ha comentado previamente en Mano de Obra. Por lo tanto, a nivel jurídico, la noción de «derecho minero» es extraña al derecho romano y es por ello el régimen jurídico de las minas hace referencia al régimen del suelo en que las mismas se encuentran.  

Es preciso destacar que el régimen de gestión no es el mismo en las diferentes épocas de la historia de Roma, debido a los cambios territoriales sufridos a lo largo de las mismas. Un ejemplo de ello es la complicación sufrida en época republicana, como consecuencia a la evolución de la situación jurídica y administrativa de los territorios: ciudades y particulares gozaron no de dominium sino de possessio. 

La minería romana estuvo generalmente sometida al poder público y la participación directa del estado en las grandes explotaciones, pasando estas a formar parte del ager publicus, pudiendo arbitrar los sistemas de explotación y gestión más adecuados según el contexto. Domergue (1990: 234-237) diferencia tres tipos de status jurídico de las minas en la Península Ibérica: 

  • Minas estatales: aquellas que pertenecen al dominio público, pero que son explotadas por cuenta del Estado. En ellas se incluyen, como ejemplo, las minas de plata de Cartago Nova hasta el fin de la República, algunas situadas en Sierra Morena y las minas de cinabrio de Sisapo
  • Minas privadas: hacen referencia a las minas que son propiedad de particulares. En este status jurídico pueden incluirse las zonas mineras que se encuentran en un territorio inmunis de la ciudad, donde el suelo no está sujeto a tributum– como por ejemplo las colonias de Augusto- por lo que sus propietarios pueden explotarlas de forma libre sin pagar impuesto alguno. Ejemplo de minas privadas lo podemos localizar en Sierra Morena. 
  • Minas pertenecientes a las ciudades: aquellas que el Estado deja a disposición de diferentes ciudades. Ejemplos de este tipo de minas son Cartago Nova y la Colonia Augusta Firma, en las que las propias ciudades han explotado dichas minas por medio de los esclavos públicos.

ÁMBITO ADMINISTRATIVO

Uno de los pilares de la consolidación del dominio de Roma sobre el imperio fue su capacidad de control sobre los recursos de las zonas sometidas y organizadas en el territorio como provincias. Este proceso se fue definiendo en la última fase de la República, aunque quedó formalizado durante el Principado. (Sánchez- Palencia et al. 2006: 265)

Todo ello se apoyó en el desarrollo de una serie de instrumentos que permitieran un control estable por parte del Estado, a pesar de que este no tuviera un aparato burocrático estable en un primer momento: censos para el recuento y control de las poblaciones y catastros para controlar las propiedades territoriales. 

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Fig. 1: Edicto de El Bierzo de Augusto. Fuente: Sánchez-Palencia et al, 2006: 265

Asimismo, en relación a la gestión de los recursos captados, el Estado utilizaba en su beneficio una serie de concesiones en forma de estatutos privilegiados- como en las colonias y municipios-, concesiones de ciudadanía, acceso privilegiado a ciertos recursos como la tierra o exenciones fiscales  (inmunitas). Un ejemplo de estas operaciones es el Edicto de El Bierzo de Augusto, en referencia  al establecimiento de un control efectivo sobre los territorios recién conquistados del Noroeste hispano.

Esta intervención estatal fue la que hizo posible destinar los recursos técnicos y económicos necesarios para llevar a cabo las diferentes obras mineras de gran envergadura que tienen como objetivo satisfacer las demandas de la sociedad romana en metales (oro, plata, cobre, hierro), y otros productos minerales (sal, cinabrio, malaquita, hematites, etc)

Esther Navajo Samaniego

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Los mineros en la mina y fuera de ella.

Para poder acercarse a la figura de los mineros hay que acudir al registro arqueológico, donde se han conservado una serie de restos que nos hablan de una vida sencilla y ruda de los mismos en época romana, pero también a las fuentes históricas entre las que destaca Plinio el Viejo.

VESTIMENTA

El esparto era un material esencial, como bien nos dice Plinio (en García del Toro, 1977: 109), pero además se convirtió en un gran aliado en la actividad minera. Se han encontrado producciones de esparto en zonas mineras como Mazarrón y Cartago Nova.

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Elementos de vestimenta. Fuente: García del Toro, 1977:113

De esparto estaban hechas las sandalias, también conocidas como esparteñas, que presentan una gruesa suela trenzada, así como una puntera y talonera recubiertas por un trenzado de cuerda de esparto en dos cabos y con trece bandas que van de un lado a otro constituyendo el empeine y otras diez que hacen de contrafuerte.

Los mineros también utilizaban bonetes de palmito, realizados de fibra del mismo nombre.  Según los restos encontrados se considera que no cubrirían toda la superficie craneana, sino que se ajustarían al cuero cabelludo. Asimismo, tenían entre sus pertenencias tanto gorros cubre-espaldas como rodilleras: los primeros  eran gruesos gorros de forma cónica y con prolongación trasera destinados a proteger tanto la frente, como la cabeza y la  espalda, siendo probable que este se utilizara para el transporte sobre un cerviz de los pesados esportones llenos de mineral. La rodillera, por su parte,  presenta una confección de esparto y dos cordelitos destinados a la sujeción de la misma a las piernas, impidiendo que esta se bajase.

Una forma de conocer la vestimenta de los mineros es por medio de estelas funerarias o relieves :

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Estela de Q. Artulus. Fuente: García Romero, 2002: 540)

La estela de Q Artulus, encontrada en el Centenillo, Jaén, representa a un niño de cuatro años de edad en una hornacina en pie y de frente, vestido como hijo de minero: con una túnica corta que le llega debajo de la rodilla, cuyo plegado está groseramente dispuesto, cuyas mangas le llegan por debajo del codo y le dejan los antebrazos desnudos. En la mano derecha llega un pico-martillo, mientras que en la izquierda, un cesto trenzado.

El relieve de Los Palazuelos representa cinco mineros vestidos con túnicas cortas que les cubren hasta por encima del muslo. Sobre el flanco derecho y el abdomen llevan un objeto rayado, que se ha interpretado como una faldilla de tiras de curo, que les protegería del roce de los cestos y otros objetos.

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Relieve de los Palazuelos. Fuente: García Romero, 2002:541

POBLADOS ASOCIADOS.

Además de hablar de la vestimenta, pertenencias, útiles y accesorios de los mineros dentro de las minas, es necesario contextualizarlos más allá de dicho mundo

La conquista romana traería consigo un control territorial que suponía el establecimiento de algunos destacamentos de tropas en lugares estratégicos. En el caso de la zona del noroeste peninsular, algunos castros, serían escogidos para el establecimiento de contingentes militares, a la par que se producía el surgimiento de nuevos núcleos poblacionales. Estos asentamientos estarían identificados como castella romanos, en conexión con las minas cercanas.

Asimismo, gracias a las investigaciones realizadas en el sur peninsular se ha podido establecer una tipología de asentamientos mineros:

  • Asentamientos subterráneos: en tiempos romanos los trabajadores vivían con frecuencia bajo tierra. En este tipo de asentamientos se podría decir que no veían casi la luz del sol durante meses, ya que entrarían a la mina antes de que saliera el sol y salían después de que se pusiera.
  • Barracones: hace referencia a las construcciones de habitáculos mineros exteriores, hechos de material fungible como consecuencia a  las escasas perspectivas de futuro, la limitada capacidad adquisitiva de los arrendatarios y el  nulo interés por el bienestar de los operario.
  • Poblados rectangulares a bocamina: es uno de los modelos de hábitats más típicos de exclusivo asentamiento de trabajadores mineros. Tenían una cierta planificación en cuanto a su disposición, emplazamiento y distribución por su carácter más laboral que residencial. En este caso, se aprecia una planta que recuerda a los campamentos militares. Ejemplo: poblado metalúrgico de La Loba
  • Poblados metalúrgicos en una ladera y hornos en la otra: los hornos requieren de tiro para avivar las temperaturas. Aunque llevasen fuelles, era preferible situarlos en una ladera expuesta a los vientos dominantes. Bien en la ladera opuesta o bien en la cumbre cercana, se extienden unos poblados similar a los anteriores o escalonados para adaptarse al plano inclinado de las faldas. Ejemplo: poblado minero de el Cerro del Plomo
  • Recintos metalúrgicos murados: en ocasiones, las cabañas donde residían los mineros se localizaban de forma frecuente junto a una fortaleza torreada, donde se extraía o se ponía el mineral a buen recaudo después de haberse refinado. Ejemplo: poblado minero de Hornachuelo
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Poblado metalúrgico de la Loba. Fuente: García Romero, J. 2002, 722

Esther Navajo Samaniego

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