Llamas de Cabrera (León): Minería subterránea

La mina de Llamas de Cabrera, en León, es un destacado ejemplo de minería romana subterránea, de la que existe poca información en la actualidad, y que ha sido encontrado tal y como se abandonó, pues no se ha continuado la explotación desde época romana.

 El yacimiento se encuentra en Valle Airoso, en la Sierra del Teleno, cuyas cumbres rondan los 2000 m de altitud.

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Llamas de Cabrera. Fuente – http://leonoticias.com

Se trata de un un yacimiento aurífero de tipo primario. Esta zona cuenta con filones de oro encajados en su mayoría en cuarcitas y pizarras, pero la explotación no fue solo subterránea, sino que se combió con trabajos en la superficie, llegando a explotar un área de más de 3’5 km².

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Canal de Llamas de Cabrera- Fuente: http://traianvs.net

Los trabajos de explotación se iniciaron con la construcción de una red hidráulica de abastecimiento en la que se incluyeron varios depósitos de agua y 6 canales que recorren una distancia de 26 km. Se construyeron muros de contención en mampostería en algunos tramos del trazado de los canales para evitar que se desbordasen, aunque la perfección técnica de los canales romanos, que mantenían una anchura y pendiente constantes, hacía la mayor parte del trabajo facilitando que el caudal fuese estable.

La explotación subterránea se trataba de un trabajo duro y prolongado, ya que la extracción de oro se realizó mayoritariamente combinando fuego y agua para provocar la fractura del cuarzo, y a medida que se avanzaba se iban construyendo pozos, galerías, bajadas y tajos.

Se comenzaba desde el afloramiento de un filón en superficie, que se iba siguiendo en profundidad aprovechando las vetas más ricas, descendiendo rápidamente con pendientes de hasta 45º. Se construyeron galerías transversales que comunicaban los frentes de explotación con el exterior, permitiendo la salida de agua y la extracción del mineral. Las galerías tienen una sección de 1m x 1’7m, y cuentan con lucernarios a aproximadamente 1-1’3 m del suelo.

Vídeo: Mina de Llamas de Cabrera

A pesar de tratarse de un ejemplo único de minería subterránea, no se aplicó ningún tipo de protección patrimonial a este yacimiento, no fue declarado Bien de Interés Cultural y tampoco contó con ningún reconocimiento por parte de la Junta de Castilla y León, por lo que los únicos trabajos de desbroce y limpieza realizados en los alrededores fueron llevados a cabo por aficionados a la historia o a la minería. La mina sufrió un derrumbe en 2011 que bloqueó su entrada.

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La minería romana en el contexto comercial III: productores y manufacturas

Roma comenzó a tomar el control de los yacimientos mineros que se encontraban en explotación en el momento en que empezó a controlar y organizar políticamente el territorio hispano y a sus comunidades indígenas, pues se trataba de una de las principales fuentes de ingresos. Como ya hemos hablado en el bloque anterior sobre la gestión, muchas veces el control de las minas quedaba en mano de particulares que las alquilaban o explotaban con ayuda de esclavos; pero las minas de oro y plata, por su mayor valor intrínseco tendían a ser  de control exclusivo del emperador.

En esta entrada trataremos sobre el trabajo del mineral una vez extraído y procesado para su transformación en metal, centrándonos en las profesiones y trabajadores del metal en la Hispania romana y las manufacturas que estos realizaban.

Una de las principales fuentes para conocer los oficios relacionados con el trabajo del metal son las inscripciones epigráficas, especialmente las de tipo funerario. Se han atestiguado once oficios hasta el momento (Alonso, 2007: 530): aerarius, argentarius, aurifex, brattiarius, caelator anaglyptarius, clavarius, confector aeris, inaurator, plumbarius, scaurarius y flator. 

  • Aerarius: artesano del metal, generalmente con este nombre se designaba a aquellos que trabajaban cobre o bronce.
  • Argentarius: se trata de una designación algo más controvertida, pues aparece empleada para referirse a los oficios relacionados con banca o cambio de moneda, pero también se usa para orfebres y especialistas del trabajo de la plata.
  • Aurifex: o aurifices, los encargados de trabajar el oro.
  • Brattiarius: el término hace referencia a la brattea, una lámina de metal, generalmente de oro, usada en orfebrería y trabajos específicos. Este personaje era el encargado de elaborar dichas láminas finas a partir del metal para la posterior elaboración del objeto.
  • Caelator anaglyptarius: Era un especialista en el repujado del metal para la elaboración de relieves. El término caelator hace referencia al caelum, una especie de cincel empleado en este oficio.
  • Clavarius: término que hace referencia a clavus, es decir, el encargado de la elaboración de clavos en metal.
  • Confector aeris: este oficio aún se encuentra bajo bastante controversia, pero es probable que se tratase del encargado del procesamiento del mineral para su conversión en metal.
  • Inaurator: Era el encargado de llevar a cabo la doradura de las láminas o brattea.
  • Plumbarius: encargado de la elaboración de las fistulae plumbeae, cañerías de plomo que distribuían el agua dentro de las ciudades.
  • Scaurarius: el término guarda relación con scaura, es decir, escoria: serían trabajadores encargados de depurar y reaprovechar las escorias.
  • Flator: encargados de la fundición de plata y cobre.

Durante el Bajo Imperio, en Hispania la industria de forja de metal creció abundantemente, lo cual está atestiguado por los numerosos bronces aparecidos en la Península datados en estos momentos (Blázquez, 1978).

La cantidad de materiales generados en minería, como es comprensible, no puede tratarse en una entrada, pues se trata de un registro muy amplio, así que nos limitaremos a poner algunos ejemplos:

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Fuente: Blázquez, 1978
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Broches de cinturón. Fuente: Blázquez, 1978.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pujavantes romanos. Fuente: Blázquez, 1978.
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Ruedas caladas y pujavantes. Blázwuez, 1978.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Monedas. Fuente: http://numismaticabaiget.net
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Joyería: Fuente- Museo de Mérida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Gestión del agua en la minería de oro

Como ya hemos mencionado en otras entradas, el agua fue un recurso fundamental en los trabajos de explotación minera, especialmente en las minas de oro que se distribuyen por el noroeste de la península ibérica, pues era el elemento clave para el método de arrugia ruina montium. En esta entrada, nos centraremos en la gestión y administración requerida para llevar el agua a las minas.

Como cabría esperar tratándose de un recurso tan fundamental, el abastecimiento de agua para la minería en territorios de las provincias que aún se encontraban en una fase inicial de la romanización o en las zonas en las que existían grupos preestablecidos más organizados, supuso una dificultad. Muchas veces los indígenas no estaban dispuestos a compartir su agua, y existen informes que documentan que en ocasiones provocaban daños a los acueductos que pasaban por sus terrenos, o se producían disputas relacionadas con la propiedad y explotación de las tierras cruzadas por los acueductos.

En su mayoría, las minas de oro y las estructuras relacionadas, como dichos acueductos, eran res fiscales, bienes del emperador.

Desde el momento de la instauración del Principado con Augusto, hubo algunos cambios, entre ellos en la tenencia del patrimonio del imperio. Los emperadores comenzaron a apropiarse de algunas rentas, como la tributación o las minas, que hasta entonces habían pertenecido al populus, y pasaron al fiscus, una especie de “caja”,

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Canal de Llamas de Cabrera – Fuente: wikipedia

controlada por el emperador. (Sastre, 2002: 219). El ager publicus también pasó al fisco, lo cual es destacable, pues “los bienes que están in fisci patrimonio, es decir, pertenecen al patrimonio del fisco, están excluidos del uso público” (Capogrossi, 1976; en Sastre, I.(2002) ).

Los canales, como hemos dicho, también eran res fiscales, y su uso sería exclusivo para la mina, como defiende el equipo de Sánchez-Palencia a la luz de algunos trabajos de limpieza en tramos de canales (Sánchez-Palencia, 2000: 200) que han revelado que la corriente de agua no sería demasiado caudalosa, con entre 5 y 10 cm de grosor.

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Fuente: http://turismodelbierzo.es

Además, también pertenecía al imperio la tierra que atravesaba dicho canal o acueducto, por lo que cuando pasaba por propiedades privadas muchas veces se generaban conflictos: era necesario que se dejasen unos metros entre el acueducto y los cultivos para delimitarlo y evitar su deterioro, lo que a veces no agradaba al propietario.

Debido a la importancia del abastecimiento de agua, era necesario un mantenimiento y supervisión de los canales, al igual que de la red viaria que comunicase la explotación minera. El estado, por lo menos inicialmente, contrataba a redemptores para el mantenimiento, que a su vez se ayudaban de esclavos que realizasen los trabajos necesarios tanto en la ciudad como fuera de ella. Más tarde se crearon dos grupos de esclavos que pertenecían al estado y que se encargaban exclusivamente de este tipo de labores (Sastre, 2001). En la vigilancia se involucrarían también las comunidades locales, lo cual se ha constatado arqueológicamente en el Noroeste de la península por la aparición de asentamientos que siguen el trazado de los canales, como por ejemplo en la zona de Cabrera, donde se encuentran numerosos canales romanos que fueron empleados en los trabajos mineros realizados en Las Médulas.

Rosario Guerra

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Las herramientas

En este bloque nos dedicaremos al tema de las herramientas empleadas en los trabajos mineros, tanto las de extracción como las de transporte, con ejemplos de imágenes de estos útiles encontrados en yacimientos mineros de España.

Una de las grandes innovaciones de Roma en la minería fue la generalización del hierro en la fabricación de herramientas como picos, azadas, punterolas o martillos. Este metal podía ser afilado sobre piedras de arenisca, lo que permitía que durasen mucho más que los útiles de piedra y hueso de épocas anteriores, que además tenían menor capacidad de penetración. Esta innovación permitió aumentar la intensidad de los trabajos de extracción minera.

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1, 2, 3- Picos de hierro. 4- Cuenco de bronce.

Se empleaban útiles como cuñas metálicas o de madera, cestos, esportones, martillos, picas, hachas o palas con mango de madera. Para abrir galerías y pozos se emplearon herramientas de arranque como martillos y picos que han dejado huellas en la roca.

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Picos de hierro – La Lapilla
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Hachas mineras- Museo Arqueológico de Asturias

 

 

 

 

 

 

 

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1. Martillo, pico, tenazas y punterola – 2. Hachuelas – Zona minera de El Centenillo, Baños de la Encina.

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Plinio cuenta que en las minas de Hispania solía usarse una herramienta llamada fractaria machina, que consistía en un soporte que sujetaba un martillo de unos 60 kg controlado por dos operarios que lo hacían moverse como un ariete y servía para atacar las rocas especialmente duras y de gran tamaño.

El transporte del mineral dentro de la mina era una operación ardua, pues se realizaba manualmente con capazos o con tornos rudimentarios en las bocas de los pozos.

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Carga de lingotes. Museo del Bardo, Túnez. Mosaico s. III d.C. Fuente: National Geographic España.

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EVACUACIÓN DEL AGUA Y RESIDUOS Y TRANSPORTE EN LA MINA

En el caso de las minas de Hispania, era frecuente que hubiese intrusiones de agua porque al profundizar se corría el riesgo de cortar el nivel freático. Además, en las explotaciones mineras, especialmente en las de oro a cielo abierto, se empleaba el agua en gran cantidad de actividades ya descritas, como desde abatir y remover el aluvión aurífero hasta evacuar residuos.

Por ello fue necesaria la creación de diversos métodos de evacuación de las aguas, algunos de los cuales ya ha mencionado Esther en su entrada sobre la infraestructura hidráulica, y otros a los que nos referiremos ahora:

Para enfrentarse al drenaje de las minas, podían elevar el agua o drenarla mediante una galería inferior o socavón y complejos sistemas de desagüe

  • Métodos simples:
    • Cazos: se empleaban tanto palas como cazos para achicar agua en pequeños charcos que se iba formando.
    • Cubos: los empleaban en ocasiones donde la infiltración de agua era poco significativa. En zonas del centro de Europa se ha constatado el uso de bolsas y cubos de cuero con el mismo objetivo. Se usaban también cubos de esparto trenzado, calafateados con un impermeabilizante de resina y aceite, sebo u otros materiales. Los cubos eran cilíndricos, terminados en punta, con el objetivo de facilitar su llenado, y tenían distintos tamaños, llegando a tener capacidad de hasta 150 litros, como los usados para desaguar en las minas de Cartagena. Se elevaban mediante sistemas de poleas. También se han encontrado ejemplares metálicos, de hierro o bronce (este último más frecuente); con forma cilíndrica muy sencilla y un asa. Otro de los materiales empleados fue la madera, revestida de chapa de bronce.

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  • Canalización y galerías:
    • De madera: Se fabricaban con troncos ahuecados o con tablas de madera, y llevaban hasta los pozos y galerías de desagüe. A veces se extraía el agua de ellos mediante cubos, aunque en otras ocasiones se empleaban sistemas más complejos ya tratados en el tema de infraestructura hidráulica.
    • Socavón de desagüe: es la galería más larga y baja de la mina, con varios usos además del de desagüe en algunas ocasiones. Las fuentes se han referido a ellos como galerías oblicuas en ocasiones. Discurre encajado entre las rocas, con longitud variable, con sección rectangular generalmente y con pendiente hacia el exterior, buscando que esta sea lo menos pronunciada posible.Principalmente se emplearon galerías de drenaje cuando el terreno lo permitía, en rocas estériles para que no se viesen afectadas por hundimientos producidos por los vaciados que se originan en el yacimiento con la extracción del mineral. Las galerías estaban planificadas para que se espaciasen de forma regular y permitir que llegasen hasta las zonas de extracción.Se empleaban los métodos descritos por Esther en la entrada sobre infraestructuras hidráulicas.

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También existían galerías y atarjeas que discurrían bajo muros, y llevaban a desagües o depósitos de agua. Se han encontrado ejemplos en yacimientos como La Loba (Córdoba) y Otero de Herreros (Segovia).

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Atarjeas – Ayarzagüena et al., (2014), «El poblado minero-metalúrgico de El Cerro de Los Almadenes (Otero de Herreros, Segovia)» en Revista Onoba, nº 2, pp. 149-178.

 

  • Pozos verticales: de unos 2 o 3 metros de diámetro y llegando hasta unos 100 de profundidad, con una sección cuadrada o circular, con el mismo propósito de evacuar aguas o mineral.

La gran intensidad de explotación en muchas de las minas, produjo que hayan quedado gran cantidad de basureros, pozos, escombreras, escoriales…. aunque en algunos casos estos últimos han ido desapareciendo por el reaprovechamiento de las escorias. Encontramos diversos materiales que atestiguan las labores mineras de transporte y evacuación de los materiales y residuos.

  • Escorias: mediante su análisis metalográfico se puede conocer el nivel técnico de la explotación minera, siendo de aspecto más tosco las más antiguas y más vítreas las modernas, las de sangrado, en aquellos hornos que permitían una carga continua como describimos en la entrada sobre procesamiento y fundición. Han llegado hasta la actualidad escorias, tortas de escoria de gran tamaño y un volumen de cientos de toneladas que atestiguan la gran escala de la producción metalúrgica en época romana. Muchas veces se reutilizaban, no solo en época romana sino en momentos posteriores, para la extracción del mineral que aún contenían.
  • Lingotes: Se trata de metal moldeado en forma de ortoedro, lo que permite que sean apilados ocupando el mínimo volumen para su transporte. Se han conservado pocos de plata y oro, pues eran los más apreciados; pero han llegado más de cobre y plomo (especialmente encontrados en yacimientos submarinos ya que muchos barcos naufragaron en el Mediterráneo y fue imposible su recuperación).
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Lingote de plomo- Pecio Bou Ferrer (Villajoyosa, Alicante). Fuente: http://www.agenciasinc.es/

Se pueden encontrar varias tipologías de los lingotes de cobre hispanorromanos e imperiales, ya que tienen distintas formas, tamaños y pueden aparecer con inscripciones o sellos.

El transporte

El transporte se podía realizar bien por tierra o agua, siendo este último preferido por su mayor eficacia y velocidad.

El transporte por tierra se realizaba con caballerías, transportando los materiales en carros tirados por los animales o directamente en sus lomos; pero existían grandes complicaciones por lo abrupto del terreno en muchas zonas y por las inclemencias meteorológicas que podían hacer de un viaje en invierno una auténtica odisea. Además, los bueyes son mucho más lentos que el transporte fluvial, por lo que resulta menos rentable, pues tardaban muchos más días en cubrir la misma distancia.

Existieron vías acondicionadas para el transporte de materiales, productos, personas y mineral, con la suficiente anchura para que pasasen dos carros; creando una red de rutas de transporte de la que hablaremos en entradas futuras cuando nos refiramos a las vías de comunicación y al comercio.

El transporte fluvial fue el preferido cuando existía posibilidad, ya que resultaba mucho más barato y eficiente.

Rosario Guerra

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Procesamiento y fundición

El cobre

La elaboración de cobre a partir de minerales metálicos requiere temperaturas de cerca de 1100 ºC; como por ejemplo el carbonato de cobre (CU2(OH2CO3), malaquitas) u óxido de cobre (CU2O, cuprita); que podían ser detectados en la antigüedad por sus colores, verde y rojo respectivamente.

Al exponerse a temperaturas de 1100 ºC, sufren una reacción de oxidorreducción que produce que el cobre fundido se acumule en el fondo del horno y las impurezas surjan a la superficie en forma de escorias.

Otros minerales son más difíciles de trabajar, como los sulfuros de cobre (Cu2S, calcosinas y Cu2Fe2S4, calcopiritas), y requieren de un paso previo de tostado en condiciones oxidantes, por lo que se puede realizar en un hogar al aire libre. El proceso debe ser lento para asegurar que se eliminan todos los sulfuros, que sufrirán una transformación en óxidos cuprosos para pasar finalmente a cobre metálico.

Existían trucos para tratar de eliminar las impurezas, como añadir sílice a los sulfuros de cobre con impurezas de hierro u óxidos de hierro a los óxidos con impurezas silíceas.

Finalmente, se refinaría el cobre en el crisol, finalmente acabando con las impurezas residuales.

El oro

El oro suele hallarse en estado nativo, por lo que no requiere tratamientos de separación. Se funde a unos 1000ºC para la eliminación de impurezas.Ocasionalmente, en vez de aparecer en pepitas o afloramientos de metal nativo, puede encontrarse mezclado en filones de cuarzo, para lo cual se machaca y se añade mercurio, que se mezcla con el oro en una amalgama, permitiendo recuperar posteriormente el metal mediante sublimación.

Es un material muy blando y maleable en frío, motivo por el cual era muchas veces trabajado en aleación con el cobre.

Los hornos

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Se puede diferenciar entre hornos excavados y hornos construidos, y entre estos se distinguirán por el material empleado (piedras, arcilla, ladrillo, etc.) y la forma (tanto en planta como en sección vertical).

Otras características que pueden diferenciar a los hornos son:

  • Tipo de aislamiento térmico (espesor y material de las paredes).
  • Sistema de ventilación:
    • Tipos de fuelle
    • Número, posición y forma de las toberas
  • Abertura para evacuar escorias.

En lo que respecta a las formas, son muy variadas, lo que puede tener significado cronológico o de diferenciación regional, y existen diversas tipologías.

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Clasificación de los hornos. (J.F. Healy, Mining and metallurgy in the Greek and Roman World (London, 1978).

Un horno tiene siempre dos partes: la caja de fuego u horno, donde se quema el combustible, y el hogar, donde se lleva a cabo la fusión, aunque en hornos antiguos aparezcan unificadas.

  • Hornos de hogar: combustible y minerales en contacto (hornos de hogar: de tazón o de pozo).
  • Hornos de tazón: agujero enlucido con arcilla provisto de una tobera para insuflar aire. No alcanzaban más de 750º.
  • Hornos de pozo: similares a los de tazón pero con mayor diámetro, aunque tampoco alcanzaba temperaturas muy altas. Excavados en una ladera.
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Horno de pozo. García Romero, J. (2003), Hornos de fundición y fusión empleados en la metalurgia romana en la provincia de Córdoba, Universidad de Córdoba, Habis 34, 201-212.
  • Hornos de reverbero: utilizan gases de combustión para calentar el mineral. Durante la quema de carbón mineral se forman compuestos corrosivos, por lo que tuvieron que experimentar con diversos revestimientos para las paredes hasta adecuar este modelo.
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    Hornos de tinaja. García Romero, J., (2003), Hornos de fundición y fusión empleados en la metalurgia romana en la provincia de Córdoba, Universidad de Córdoba, Habis 34, 201-212.

    Horno de tinaja: Surgió como solución a la pérdida de calor que se producía en la zona de combustión en los otros hornos, lo que producía que se perdiese parte del metal en la escoria. Probablemente inspirado en los hornos de alfarero o de panadero. Alcanzaba más temperatura y permitía no tener que apagar y encender el horno con cada carga, porque se podía ir extrayendo la escoria y recargando con mineral a medida que se iba fundiendo, lo que supuso un gran avance.

Los hornos se recubrían de arcilla refractaria y como fundentes se usaban la caliza y el óxido de hierro. El aire entraba por el tiro de la chimenea mediante canales abiertos en el suelo.

Se realizaría la tostación en los hornos circulares de tazón o tinaja y la fusión en los más pequeños de tinaja o en los pequeños de formas rectangulares.

Cleree propone una clasificación basada en el tiro de los hornos:

  1. Hornos sin sangrado de escorias: no están provistos de sistema para retirar la escoria fundida. Disponen de ventilación forzada.

– Sin superestructura (de tazón)

– Con superestructura: cilíndrica o troncocónica.

2. Hornos con sangrado de escoria: provistos de sistema para extraer la escoria fundida, recubiertos con superestructura arquitectónica.

– Ventilación de tiro forzado.

– Ventilación de tiro natural.

Dentro de esta clasificación hace más distinciones según el tipo de forma de la superestructura; pero en definitiva lo importante es que cuanto más largo fuera el canal horizontal o más alta la chimenea, mayor tiro se producía en el horno, más temperatura se alcanzaba y más rápida era la combustión.

Rosario Guerra

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Prospección Minera

Debido a la continuidad de la extracción minera a lo largo de los siglos se han destruido muchas de las trazas de trabajos previos, y sólo aquellas en las que no ha habido explotación contemporánea se puede estudiar la minería antigua en detalle, por lo que el registro es muy fragmentario.

Los recursos minerometalúrgicos son grandes indicativos del grado de desarrollo de las sociedades, y la alteración de los metales se da desde al menos el 7000 a.C. (Matías Rodríguez, R., 2004).

Un rasgo muy particular de la minería romana, que no se había dado previamente, es la planificación y estructuración de las explotaciones mineras, destinando gran cantidad de recursos y mano de obra y realizando grandes obras como galerías de desagüe, norias, el tornillo de Arquímedes, la bomba de Ctesibius, etc.

La Prospección 

Debido a la realización de las costosas infraestructuras que se instalaban en las explotaciones mineras, era fundamental prospectar el territorio para asegurarse de la existencia de una cantidad abundante del material buscado. Los romanos desarrollaron en gran medida sus técnicas de prospección de oro, especialmente en el noroeste de la Península Ibérica; ya que llegaron a explotar la práctica totalidad de los yacimientos del territorio, tanto primarios como secundarios.

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Galería romana de exploración. Fuente: http://www.traianvs.net/

Emplearon tanto criterios empíricos, como el bateo de las arenas de ríos remontando su curso; como criterios geológicos, como la configuración y características de los yacimientos (tipo de terreno, rocas asociadas, etc.) para tratar de localizar yacimientos primarios.

Realizaron labores de exploración, simples sondeos para buscar zonas de enriquecimiento. Una vez se identificaba el yacimiento, la exploración continuaba para conocer la disposición de la mineralización, para lo cual debían sondear y comprobar así la naturaleza de las muestras obtenidas. Además, un gran avance es que ya no se atacan las mineralizaciones desde los costados como en época prerromana, sino con pozos, directamente desde la parte superior de los afloramientos (Pérez Macías, J.A. y Delgado Domínguez, A., 2010).

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Cabecera de un pozo de acceso rematada con un muro de ladrillo y bóveda. Fuente: http://minasdeaguablogspot.com.es Foto:José Millán.

 

Esther presentará las diversas formas en que se presenta el mineral de oro en los yacimientos en la siguiente entrada, mientras que en esta yo me limitaré a destacar sobre el cobre dos aspectos:

  1. Se encuentra en afloramientos afectados por un mayor o menor grado de metamorfismo.
  2. En la Península Ibérica existe una red de yacimientos filonianos de cobre, aunque en general estos no son especialmente abundantes, pero cabe destacar la red de Sierra Morena, en la cual se encuentra el yacimiento de Cerro Muriano, explotado en época romana (ss. I a.C.-I d.C.).

 

Rosario Guerra

 

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Historiografía de la minería romana en España

La investigación en arqueología de la minería romana ha evolucionado mucho desde sus inicios, gracias a las innovaciones en los campos de la arqueología y arqueometría, la aplicación de nuevas técnicas y la cada vez mayor imposición de la interdisciplinariedad en equipos de investigación.

Durante los años 50 y 60 del siglo pasado se produjo el auge de las ciencias aplicadas, con nuevas técnicas, instrumentos y métodos que permitían conocer la economía, tecnología y sistemas sociales del pasado con mayor profundidad y exactitud. Métodos como el Carbono 14, que permitió que zonas sin historia escrita pudieran tener cronologías exactas, abriéndose la opción de conocer la prehistoria mundial.

Además, se produce una gran revolución a nivel teórico: la Nueva Arqueología, que traía un cambio de perspectiva y de filosofía: no

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Lewis Binford. Fuente: Antiquity

centrarse en investigar objetos y herramientas del pasado, sino en las sociedades. Cabe destacar a grandes figuras como Lewis Binford (1931-2011), que promovieron estos avances para explicar las dinámicas del pasado, dando importancia a las fuerzas internas de la sociedad, la economía y el cambio cultural.

En España, el auténtico punto de inflexión en la investigación minero-metalúrgica viene marcado por el primer coloquio internacional sobre historia de la minería, en 1970 en León, durante el VI Congreso Internacional de Minería. Claude Domergue, que ha sido la principal figura en la investigación sobre minería y metalurgia en España,  presentó en él uno de sus primeros trabajos sobre la minería de oro romana del noreste peninsular, y en estos tempranos momentos ya apostaba por la creación de equipos interdisciplinares, con especialistas en minería, arqueometría, química, etc. para obtener información más completa.

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Claude Domergue. Fuente: Diario El Norte de Castilla.

Algunos de los trabajos más destacados de Claude Domergue son «La mine d’Aljustrel», sobre las tablas de bronce (Domergue, 1983); Catalogue des Mines et des Fonderies antiques de la péninsule Ibérique (Domergue, 1987), un auténtico corpus minero-metalúrgico de la península, y Les mines antiques: les productions de métaux aux époques grecque et romaine (Domergue, 1992), gran síntesis sobre la minería romana.

En 1992, comienza a celebrarse la Reunión Nacional de Geoarqueología,  en la que se discute sobre la aplicación de los métodos y técnicas de la geología  a la interpretación de las minas y yacimientos mineros. También en 1992 se crea el proyecto Parque Minero de Riotinto, gestionado por Fundación Río Tinto, con el objetivo de difundir el patrimonio generado por la actividad minera desde el Calcolítico hasta casi la actualidad.

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Minas de Riotinto. Fuente: Revista Monsacro.

En la actual década se ha producido una gran revalorización del patrimonio arqueológico minero-metalúrgico, lo que viene promovido por grandes proyectos e iniciativas promovidas desde la arqueología del paisaje y la arqueología experimental, con publicaciones como Red viaria en Asturias: de las vías romanas del oro a los caminos medievales, (Pisa Menéndez, 2015), en el que estudia la relación entre las vías romanas y su evolución hacia los caminos reales que recorrían la región en la Baja Edad Media; o Paisajes mineros antiguos de la Península Ibérica. Investigaciones recientes y nuevas líneas de trabajo. Homenaje a Claude Domergue, (Zarzalejos, M., Hevia, P., Plaza, L., 2012), que recoge las aportaciones de varios autores sobre la minería romana con estos nuevos enfoques.

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Línea cronológica: historiografía de la minería romana

 

 

Rosario Guerra 

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